CÍRCULO DE BELLAS ARTES | 14.02.2018 - 16.05.2018
La presente muestra pretende recrear el museo como fuente de inspiración para la obra de Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, 1973), un aspecto poco estudiado hasta la fecha. Tal y como señala la conservadora de arte contemporáneo del Museo del Louvre, Marie-Laure Bernadac, “la obra entera de Picasso, del periodo azul a las últimas telas de Aviñón, se afirma como una relectura de la historia del arte, un diálogo constructivo con algunos pintores favoritos que forman su panteón artístico, una verdadera pintura de la pintura”.
Picasso vivió en una época caracterizada por el aumento de medios para la reproducción de obras de arte (bien fuera en revistas, postales o libros) y por las facilidades para poder viajar de una ciudad a otra, lo que, sin duda alguna, produjo un destacable aumento de su memoria visual si la comparamos con la de los artistas que le precedieron en el tiempo y a los que tanto admiró. Tal y como afirma el historiador Kosme de Barañano, “Picasso se monta en toda la historia de la pintura europea, cambia de sujeto de paráfrasis o de copia como cambia de medio gráfico y de técnica: ésta es su fundamental promiscuidad. La memoria visual de Picasso se ve estimulada por muy diversos motivos concluyentes que se precipitan o se fusionan en su pincel o en sus planchas de cobre. El lienzo es un campo de batalla donde Picasso no registra una visita puntual sino que se convierte en el laboratorio de una fusión de recuerdos y escenas, de la vida cotidiana y de imágenes de la Historia del Arte”.
Picasso conoció muchas de estas imágenes a través de reproducciones fotográficas que tenía en su estudio y por los museos que visitó a lo largo de toda su vida. Tal y como afirmó el propio Picasso, “¿qué es en el fondo un pintor? Es un coleccionista que quiere constituir una colección haciendo él mismo los cuadros que le gustan de los otros artistas”. Pero si hay dos museos con los que Picasso mantuvo una estrecha relación esos son el Prado y el Louvre. En ambas instituciones aprendió de los grandes maestros y en ambos lugares expuso sus obras.
Su primer encuentro con el Museo del Prado tuvo lugar cuando contaba tan solo 13 años de edad y allí pudo contemplar la obra de los grandes maestros españoles como Zurbarán, El Greco, Velázquez o Goya, entre muchos otros, unas imágenes que le acompañarían a lo largo de toda la vida y que influenciarían claramente en su obra. En su época de formación, llegó a pasar ocho horas al día en el Prado copiando a los grandes maestros.En el caso de El Greco, Picasso vio por primera vez con 17 años un cuadro que nunca olvidaría a lo largo de su vida. En 1897, visitó Toledo junto con los compañeros de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y allí contempló en la Iglesia de Santo Tomé El entierro del conde de Orgaz, una obra que causó una honda impresión en el joven Picasso.
Al instalarse en París, visitó con frecuencia el Louvre, en el que descubrió, además de los grandes maestros, la escultura íbera. Una iconografía que plasmaría en uno de sus cuadros más conocidos, Las señoritas de Aviñón (1907), inicio del cubismo, en el que también introdujo las máscaras africanas que contempló en París en el Museo de Etnología del Trocadero, un lugar que le descubrió André Derain.
Otro artista por el que sintió gran admiración fue Ingres. Hay documentadas tres visitas a su museo en la localidad francesa de Montauban, donde pudo bucear en los bocetos que Ingres realizó para obras como Gran Odalisca y El Baño Turco, que plasmaría luego en sus pinturas y, en especial, en su obra gráfica. A través de Ingres, Picasso llegó a Rafael —cuya obra pudo conocer tanto en el Prado como en el Louvre y en su viaje a Roma— y a los amores del pintor de Urbino con la Fornarina. Un tema que había retratado su admirado Ingres y al que Picasso dedicó 25 grabados en la Suite 347.
Toda esa influencia que ejercieron los museos en la obra de Picasso se recrea en esta exposición en una serie de apartados:
· El Museo del Prado: Velázquez y Goya.
· El Greco. El entierro del conde de Orgaz.
· El Museo Trocadero y el arte primitivo.
· El Louvre, Delacroix y Jacqueline.
· Rembrandt.
· Degas como espectador.
· El Museo Ingres en Montauban.
· Rafael y la Fornarina
Créditos
Organiza | Círculo de Bellas Artes
Colaboran | Ministerio de Educación, Cultura y Deporte (Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes) | Fundación Bancaja
Comisariado | Javier Molins
EXPOSICIÓN / Artes Visuales
Más información
Horario
De 11:00h a 14:00h y de 17:00h a 21:00h
Lunes cerrado
Entrada
General: 4€
Reducida (Carné Joven): 3€